sábado, 5 de mayo de 2012

LA HISTORIA DEL BAMBÚ JAPONÉS

LA HISTORIA DEL BAMBÚ JAPONÉS
            En Magisterio, un año, me contaron la historia del Bambú. Hoy me ha venido a la cabeza al estar hablando con una persona con baja motivación y ninguna actitud de superación personal.

Hoy más que nunca, he visto realmente la utilidad y la moraleja que la historia del Bambú recoge.

La historia del Bambú japonés viene a resumir lo largo que puede parecer el proceso pero la gratitud que se siente cuando se ven los resultados, por mucho que hayamos tenido que esperar.

Lo que ocurre con el Bambú es que, cuando se planta la semilla, requiere regalarla constantemente. Sin embargo, durante los primeros meses no se ven ninguna señal que nos indique que el árbol está creciendo. Ni durante un año, ni dos… En realidad, no ocurre nada hasta que pasan los 7 primeros años. Llegados a ese punto, el árbol comienza a crecer y en tan sólo 6 meses puede llegar a levantarse y medir 30 metros.

         
No es que el árbol crezca en 6 semanas, si no que, durante los 7 años anteriores, el árbol ha necesitado tomarse tiempo para crear unas raíces que le garantizasen sostenerse, mantener el equilibrio, para sujetar tanta altitud.

 





 
            Creo que cada cual debería sacar su propia moraleja del cuento, reflexionar y, aunque refleje un tipo de pensamiento acerca de esta historia, cada persona es un mundo y cada persona lo puede ver de una forma distinta.

             El proceso que puede llevarnos en cualquier meta u objetivo que nos propongamos, bien sea sacarnos el graduado, acabar una carrera, sacarnos algún título de idiomas, casarnos, tener hijos, conseguir trabajo… todas esas preocupaciones que envuelven hoy en día a muchísimas personas de la sociedad, debemos saber que la duración del mismo puede ser inmensa.
La impaciencia no debe ser nuestra amiga. Las prisas tampoco. Tiempo al tiempo. Cuando algo nos cuesta, claro que sí, hay que ponerle más empeño, dedicación y, sobretodo esfuerzo. Ningún esfuerzo es en vano, todos nuestros actos tienen consecuencias, ya sean a corto o a largo plazo, y rendirse no está dentro de nuestras posibilidades.
El camino del desarrollo personal, por ejemplo, es lento, continuo… cuando parece que no estamos haciendo nada por progresar, dentro de todo eso hay un mundo de raíces que van formándose y que, dando tiempo a que se formen correctamente, conseguiremos llegar a lo que nos proponemos.

            Todo llega. En nuestra vida siempre intentamos buscar soluciones rápidas, que sean aquí y ahora, sin pararnos a pensar que realmente el éxito está en las estructuras internas, y, éstas, necesitan tiempo para formarse.
Por tanto, si no consigues lo que quieres, si ves que la vida no tiene sentido, que se pasa el tiempo y sigues igual, con lo mismo de siempre y sin encontrar los cambios por lo que tanto te has esforzado…
piensa que, quizás, estés abonando y cultivando las raíces…

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