viernes, 18 de mayo de 2012

ORIENTACIÓN ESCOLAR Y EL PROBLEMA DE LA INDEFENSIÓN

ORIENTACIÓN ESCOLAR Y EL PROBLEMA DE LA INDEFENSIÓN


He considerado de gran relevancia dedicar toda una reflexión, a partir de los conocimientos que se han generado en la entrada anterior, centrándome en este problema dentro de las aulas.

Ayer pude acudir al colegio donde estudié desde Primaria hasta Bachillerato, de visita. Estuve hablando con la orientadora y los casos que estaban latentes ahora mismo dentro del alumnado.
Curiosamente, pude observar esta indefensión en numerosos alumnos.

Y es que, muchas de las situaciones de indefensión las podemos encontrar en el ámbito educativo, por lo que está en nuestras manos tanto la evitación como la exposición a la indefensión. Los casos más comunes con los que nos podemos encontrar en las aulas tienen que ver con: el bullying, el fracaso escolar, fobias a una determinada asignatura o a algún profesor, alumnos con una discapacidad específica, niños que llegan de otros países

Algunos de los casos que pude observar y comentar con la orientadora, fueron.

El caso del acoso escolar, pienso que la víctima ha sido anulada psicológicamente por sus agresores, hasta el punto de llegar a una resignación frente a ese acoso sin intentar hacer nada. Piensan que sus actuaciones no influirán sobre la situación y que lo que hagan sólo puede empeorar la misma. Sin embargo, infundirles el pensamiento “yo soy igual de valioso que tú y merezco el mismo respeto que tú” puede cortar ese sentimiento de inferioridad, de incapacidad para sobreponerse a esa situación. Transmitirles que el deseo de ser libre y vivir sin miedo es una necesidad que todas las personas deberíamos cubrir.


Además, y seguro que esto lo hemos visto todos, los niños pueden llegar a ser muy crueles. Los niños a estas edades pueden no ser muy considerados con sus compañeros y si, además, el niño que presenta cierta discapacidad e inseguridad, no se siente útil y capaz por sí mismo, puede desencadenar una indefensión. Esto le puede llevar a una pasividad en el aprendizaje y en las relaciones sociales. Para evitar esto, los compañeros tendrían que percibir que este tipo de contacto con personas discapacitadas —sentimiento de ayuda, de cooperación y de participación— puede producir resultados muy favorables para ambas partes.


Otro grupo de personas que pueden sufrir este fenómeno son los inmigrantes cuando llegan a un país en el que son extranjeros y todo es nuevo y desconocido. Este gran cambio sumado al hecho de no poder comunicarse (lengua diferente a la materna) puede causar que se lleguen a sentir desubicados y considerar esa situación como incontrolable.


En lo referido al fracaso escolar, la indefensión puede ser tanto la causa como la consecuencia. En el primer caso, el hecho de que un niño sea indefenso le va a influir en su rendimiento de forma indiscutible puesto que difícilmente va a mostrar una actitud positiva y de motivación hacia el aprendizaje. Por otro lado, un niño que presenta dificultades de aprendizaje que le llevan a un fracaso es más propenso a sufrir indefensión. Esto ocurrirá si él se ve incapaz de progresar para llegar a ese mínimo (aprobado), si considera que todo lo que ha hecho no está a su alcance y lo que haga no servirá para mejorar.


¿Cómo podemos cambiar esto desde la escuela?

Nuestro primer objetivo, como docentes, es prevenir esta indefensión en los alumnos y, sobre todo, no llegar a desencadenar inconscientemente una situación similar.

De acuerdo con esto, nuestras actuaciones deben ir orientadas hacia la construcción de “personas fuertes” a nivel emocional, sin confundirlo con la insensibilidad.
Con todo esto, como profesionales de la educación, debemos ser conscientes de que nuestras actuaciones son fundamentales y van a influir en la actitud y comportamiento del alumnado. No van a tener las mismas repercusiones las actuaciones de docentes que contagian una actitud cercana, que valoran los esfuerzos, que refuerzan a sus alumnos cuando es necesario,… como la de aquellos que no transmiten seguridad, que únicamente hacen hincapié en los errores, que no confían en las posibilidades de sus alumnos…

Para evitar que se genere esa sensación de indefensión podemos trabajar esa facultad o habilidad que todos poseemos en nuestro interior: la resiliencia. Si ayudamos a los niños a desarrollar esa capacidad de superar las dificultades, de no dejarse hundir, ayudarles a ser lo que realmente son y a que descubran sus potencialidades serán personas cívicas, fuertes, capaces de hacer frente a las situaciones y de no hundirse ante la adversidad, así como de comunicarse a cualquier nivel con las personas que les rodean.





Desde una crítica constructiva, creo que se debe reflexionar sobre los comportamientos que los docentes llevamos a cabo dentro de los centros educativos ya que a menudo caemos, inconscientemente, en conductas inapropiadas para contribuir al desarrollo del niño, incidiendo especialmente sobre sus emociones. Como:

-          Establecer comparaciones entre los diferentes alumnos que puedan herir la autoestima de aquel infravalorado en la situación de comparación
-          Ridiculizar a un alumno delante de sus compañeros.
-          Mostrar un trato de favoritismo hacia determinados alumnos
-          Ignorar las faltas de respeto entre los niños
-          No estar disponible para los alumnos


Todos estos planteamientos son sencillos de poner en práctica si el profesor presta atención a su comportamiento diario en el aula. Debe observar su propia conducta así como la del grupo para poder así detectar aquellas situaciones que pueden llegar a generar indefensión. Esta prevención evita que en el futuro se tenga que ayudar a los niños a salir de este estado.


Tras esto y como conclusión a esta preocupación que me ha surgido, propongo como medida ante la indefensión, la potenciación de la resiliencia tanto en los alumnos como en los profesores en la situación educativa y también de los padres, pues también deben reconocer las habilidades y potencialidades de sus hijos para que estos crezcan con una personalidad fuerte y una seguridad en sí mismos que evite que se hundan ante las adversidades y de paso a la indefensión.


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