COMPETENCIAS: EJERCICIO DE AUTOCONOCIMIENTO
A continuación, me parece interesante, tras pasarme tiempo analizando cuáles eran para mí las competencias más importantes, evaluar hasta qué punto tengo yo dominada esa competencia y si debería disminuir o aumentar mi dominio a través de formación centralizada en esa característica en particular.
Es un ejercicio que puede plantearse cualquier persona y que consta de:
1) De todas las competencias existentes, escribir las esenciales para uno mismo como orientador.
2) Qué significa para uno mismo cada competencia elegida en la profesión de orientación: ¿Para qué?
3) Si tuviera que ponerme un número (del 0 al 10), cuál es mi nivel de esta competencia actualmente y cuál sería el deseado.
Para ello, sintetizo esas preguntas en forma de cuadro:
COMPETENCIAS MÁS IMPORTANTES PARA MÍ
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ESTADO ACTUAL
Competencias adquiridas hasta día de hoy
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ESTADO DESEADO
Competencias que deseo alcanzar
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Conocimientos específicos y puesta en práctica
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6
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10
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Formación continúa
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9
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10
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Escucha activa
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7
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10
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Inteligencia emocional
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7
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10
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Desarrollo vocacional
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8
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10
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Mediación
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6
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10
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Habilidades de comunicación
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8
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10
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Empatía
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10
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8
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¿PARA QUÉ ME INTERESA A MÍ ESA COMPETENCIA?
• Tener Conocimientos específicos y ponerlos en práctica es muy importante. Me refiero ya no sólo a saber situarnos en un modelo de intervención y usarlo como base de todas las orientaciones que demos, sino también el hecho de saber con qué instrumentos juego, qué técnicas puedo llevar a la práctica para que mi orientación sea lo más exitosa posible.
• La formación continúa. No podemos conformarnos con los conocimientos que ya tenemos y que hemos ido adquiriendo en la Universidad. Incluso, no podemos conformarnos cuando tengamos ya adquirida la soltura en nuestra profesión. Debemos ir siempre más allá y buscar el perfeccionismo, seguir formándonos, pues los tiempos cambian, y muchas estrategias y formas de pensar van surgiendo como novedad. Por ello, debería ser una obligación la formación continua en cualquier individuo que apueste por la profesionalidad.
• La Escucha activa es tan importante como cualquier de las demás competencias que están aquí nombradas y que se han dejado sin nombrar. Cualquier orientador ha de saber escuchar, saber que el protagonista de la terapia es el individuo que viene a buscarnos y antetodo, necesita expresar lo que siente. Además de explicar lo que siente, nos sirve para analizar el problema y poder llegar ante a las posibles soluciones existentes.
• La inteligencia emocional. Una herramienta muy útil para el trabajo del orientador, nuestro trabajo, es saber interpretar las emociones y los sentimientos. Como sabemos, éstos son internos a la persona y, por tanto, éstos se exteriorizan a través de gestos, movimientos, como por ejemplo: cabeza baja, hombros caídos, ausencia de sonrisa, ojos tristes, cejas caídas… y tono de voz bajo y lento, entre otras. Por ello, el orientador debe desarrollar su inteligencia emocional al máximo, exprimirla, y, así, completar la información que adquiera a través de una entrevista activa con el individuo, saber cómo se siente realmente y qué emociones esconde tras su rostro.
• El desarrollo vocacional es importantísimo. Antes de empezar a practicar en el ejercicio de la profesión al que nos estamos refiriendo todo el rato, debemos tener esa motivación, tanto intrínseca como extrínseca, en cada uno de nosotros. Y, además, arrastrar esa motivación que formará parte del desarrollo vocacional.
• La mediación. Si una cosa hay que tener claro es que nuestro papel es meramente de mediación. Nunca debemos tomar nuestro papel como experto en dar soluciones. Nosotros lo que debemos hacer es, en primer lugar, conocer el problema que presenta y que nos cuenta el individuo y, de forma paralela, conocer al individuo como persona. Una vez tengamos esos datos, propondremos soluciones entre las que el individuo debe elegir la que más se acomode a su persona y más cómodo se sienta.
• Las Habilidades de comunicación son la herramienta base del orientador. No solo con saber escuchar y sabernos expresar ya estamos capacitados para mediar. Para alcanzar la profesionalidad y para no tener ningún problema en la comunicación, es conocer todos los componentes que permiten establecer comunicaciones impecables: cómo dirigirte según el tipo de persona que tengamos delante, qué tono de voz utilizar, qué nivel de vocabulario, qué expresiones… en definitiva, saber llevar el tono y el ritmo que lleve el individuo que viene a terapia.
• Por último, la empatía como símbolo de sinceridad, de apertura y de capacidad para ponerse en la piel de otros. Es muy difícil intentar entender lo que nos está contando la otra persona si no somos capaces de ponernos en su lugar y ver por qué ha llegado a ese punto de frustración, de crisis o de angustia, si no sabemos el cómo se puede llegar a ese estado partiendo de una situación determinada. Y es que, lo que a los ojos de una persona puede parecerle grave, en otra persona puede no causar ninguna reacción negativa, incluso todo lo contrario.
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