domingo, 29 de abril de 2012

LA ENTREVISTA: positivo

LA ENTREVISTA:
 GUÍA A SEGUIR



Tras ponernos antes todas las cosas que debemos evitar en una entrevista, a continuación, creo que es conveniente y muy útil realizar una entrada más práctica, en la que pondré una guía básica y sencilla para hacer una entrevista espléndida, a modo de recurso.
Una entrada dedicada a todo aquello que DEBEMOS tener en cuenta como entrevistadores a la hora de orientar.

Debemos tener en cuenta:

-          Lugar de la entrevista: lugar cerrado, que dé lugar a la intimidad…
El lugar donde se lleve a cabo la entrevista debe ser un sitio tranquilo, mejor si es cerrado (un despacho, una salita…), donde nadie moleste ni distraiga la atención. Es recomendable que aparezca:
1)      Alguna planta
2)      Reloj de pared
3)      Un vaso de agua para cada participante de la entrevista
4)      Un sofá o silla para cada uno

-          Saludo inicial y final: con la mano
Recibir al entrevistado en la puerta (bien en la recepción o en la puerta del despacho). El saludo no debería ir mucho más allá de un apretón de manos, pues debemos tener en cuenta la cordialidad, profesionalidad y el espacio de cada uno, además, que aún no ha dado lugar a crear confianza y la otra persona se puede sentir incómoda.

-          Tema inicial de conversación
. ¿Qué tal el día?
. ¿Te ha costado llegar hasta aquí?
. ¿Te pilla muy lejos de casa?
. ¿..?
Nada más que el futuro entrevistado cruce la puerta, sacar preguntas que no tengan nada que ver con el problema que se va a plantear. Aprovechar este momento para crear el clima de confianza necesario para que la entrevista se desarrolle con total normalidad.

-          Recordar la confidencialidad
Recordarle, antes de empezar a hablar del problema, que todo lo que ahí se cuente se quedará entre ellos.

-          Recordar el tiempo estimado
Dejar claro desde el primer momento de la entrevista la duración de la misma y cumplir ese tiempo.

-          No emitir juicios de valor
No debemos dar nuestra opinión. Nunca hablar desde el punto de “yo creo”, “yo pienso”, “deberías”… Recordar siempre que no tenemos que dar nuestra opinión, si no valorar la situación del individuo desde un punto de vista fuera de la experiencia personal y sin decir lo que nosotros haríamos.

-          Dejar a un lado los estereotipos que podamos tener como entrevistadores
Lo que pensemos de cada persona, establecido en un prototipo por parte de la sociedad, debemos dejarlo aparte. Cada persona es un mundo y hay que conocerla, tratarla no por lo que pueda ser, pues todos los individuos pueden sorprendernos y romper nuestro estereotipo. Además, abandonando los estereotipos nos permitimos conocer mejor a la persona y llevarnos mejores impresiones de las que pensamos.

-          Empatía
En cualquier entrevista, debemos saber empatizar, ponernos en la piel del entrevistado. De esta forma, podremos comprender mucho mejor lo que le pasa, llegar a entender sus sentimientos y poder establecer una mejor conversación donde el entrevistado note que le escuchan y le entienden.

-          Escucha activa
Asentir, mirar a los ojos, contestar, aportar comentarios (comentarios con sustancia, no hacer comentarios por hacer). Esta es la clave para que el entrevistado esté a gusto, confíe y se desahogue.

-          Inteligencia emocional
Poner en marcha nuestra comunicación no verbal. Ya sabemos que no solamente podemos comunicar mediante la palabra, sino que también podemos comunicarnos mediante la sonrisa, los gestos, el cuerpo, la mirada… Y esto, es una forma muy rica de conocer lo que siente realmente la persona.

-          Reformulación de preguntas
Relacionado con la escucha activa, para que el entrevistado sienta que le estamos escuchando, que entendemos lo que nos quiere decir y entendemos cómo se siente, debemos utilizar sus frases para realizar preguntas, tipo:
“-siento que nadie me entiende, que no soy nada y que nadie me quiere.”
“O sea que dices, ¿Qué nadie te quiere?”

-          Adecuar el tono de voz al del entrevistado
Nuestro tono de voz y velocidad al hablar debe ir acorde con el entrevistado:
·         Si la persona es una persona nerviosa, debemos conducir, mediante nuestro tono de voz, a una situación menos estresante y más relajada.
·         Si la persona tiene un tono de voz relajado y suave, y nosotros tendemos a hablar rápido podemos llegar a estresar, frustrar e incomodar al paciente.

-          Mantener las distancias
Evitar el contacto físico. Entrevistado y entrevistador sentados cada uno en un sofá. No tocar al paciente a modo de consuelo, pues podría no gustarle.

-          Utilizar las respuestas del entrevistado para obtener información
No perder la ocasión de, cuando veamos alguna respuesta del paciente interesante, realizar una pregunta. Por ejemplo:
“Siento que la gente no me acepta”
“Y, ¿Por qué crees que puede ser?”

-          Las posibles vías de escape, soluciones, al problema del individuo deben ser de acuerdo mutuo
NUNCA debemos proponer nosotros soluciones, y mucho menos UNA solo. Debemos proponer un abanico de posibilidades y que sea el paciente el que elija la que más se acomode a él, con la que más a gusto se sienta.

-          Proponer soluciones, no imponer
Relacionado con el punto anterior. No imponemos nuestras ideas, pues éstas son válidas en nuestra vida pero no lo tienen por qué ser en la de los demás. Nosotros estamos para proponer, para sugerir, pero cada persona tiene que ser autónoma, capaz de tomar decisiones por sí mismas.



            Por tanto, con éstas pautas, podemos ser capaces de llevar a cabo una entrevista adecuada y correcta.
Como conclusión, simplemente puntualizar dos aspectos que debemos conseguir:

1)      Formar personas autónomas con capacidad de decisión. No crear personas que dependan de nosotros y nos necesiten, a la larga, en su vida, ante cualquier momento en el que tengan un problema y estén obligados a tomar decisiones.

2)      Nunca dar nuestro número de teléfono propio. Somos profesionales y, como tales, debemos saber separar lo que es nuestro trabajo de lo que es nuestra vida privada. No llevarnos lo del trabajo a nuestra vida cotidiana.



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