LAS COMPETENCIAS DEL ORIENTADOR
Hay cosas en la vida que no puedes decidir en unos segundos, hay cosas que necesitamos tiempo, pensarlo, resolver nuestros conflictos mentales…
Así ha sido con mi dilema de:
Hasta día de hoy las vueltas a este tema han sido múltiples, muchas competencias que se nos ocurren que pueden tener. Pero, seamos realistas, cumplir todas y cada una de ellas al 100% es algo surrealista. Claro que, y ahí está la profesionalidad de cada uno, podemos intentar conseguir todas y cada una de ellas, podemos intentar mejorar en aquellas en las que presentamos insuficiencia.
Pero no es esta entrada la dedicada a dar una opinión muy subjetiva, sino todo lo contrario. A continuación, expondré las competencias más fundamentales que necesita una persona que quiera dedicarse al ejercicio de la orientación.
Antes de empezar, puntualizar que el orden en el que se nombran no tiene nada que ver con su grado de importancia, si se nombran, es porque todas ellas tienen valor, y ahí está cada individuo para darle a cada uno el valor que considere más oportuno.
Y en primer lugar tenemos…
Saber ponerse en el lugar del otro es fundamental. Si no sabemos sentirnos tal cual la otra persona nos describe difícilmente podremos apoyar y ayudar a esa persona. Es vital intentar (y conseguir) ponerse en la piel de los demás, entender los distintos puntos de vista que se nos planteen y aprender a respetar dichas posturas.
Por tanto, otra competencia clave es…
El respeto desde distintas concepciones: el respeto hacia los demás, hacia el tema que nos estén contando (si vemos que no somos capaces de aguantar la situación y que el tema que nos viene a contar el paciente no vamos a ser capaces de llevarlo, recomendarle otro especialista).
Además, el respeto por el ritmo al hablar de la otra persona. Si vamos por delante o nuestro ritmo es muy acelerado, podemos crear angustia y no dejar que el encuentro fluya e impedimos que se cree un clima cómodo y de confianza.
Ante todo, no prejuzgar, en primer lugar, y no juzgar, en segundo lugar. No fichar a la persona que tenemos delante por lo que nos esté contando, no mezclarlo con nuestra forma de pensamiento respecto a ese tema.
Y, además, no crearse estereotipos. Creo que este es un problema bastante común en los que nos iniciamos en el mundo de la orientación y que no debemos olvidar en ninguna de las entrevistas que llevemos a cabo.
¿Cuál es nuestro propósito si no ayudar? En una palabra tan simple como esta se resumen el claro objetivo de un orientador, pedagogo o psicopedagogo. Ayudar a solucionar, pero eso si NUNCA DAR LAS SOLUCIONES, si no aportar sugerencias y distintas salidas entre las que nuestro paciente deberá elegir, decantarse por una de ellas y ponerla en práctica.
En cuanto a la persona que orienta, y cualquier profesional de distintos ámbitos laborales, el mantenerse en constante actualización, no dejarse arrastrar por el tiempo y mantener siempre los mismos ideales, los mismos mecanismos con los que aprendimos y las mismas estrategias.
No. Debemos actualizarnos y mantenernos a la orden del día pues, como es lógico, todo tiene un proceso y todo evoluciona, ya sea a mejor o a peor, pero evoluciona.
No. Debemos actualizarnos y mantenernos a la orden del día pues, como es lógico, todo tiene un proceso y todo evoluciona, ya sea a mejor o a peor, pero evoluciona.
Como todo, primero saber cuáles son nuestras emociones ante diferentes situaciones, cómo las utilizamos y cómo las gestionamos, para así, poder conocer la de los demás.
Si nos fijamos, por la expresión, la mirada, el cuerpo, la postura de la cabeza, hombros, piernas, manos… dicen mucho de nosotros. No solo existe la comunicación verbal, sino también la no verbal.
Ésta siempre me ha llamado la atención por lo que conlleva: mucha minuciosidad a la hora de interpretar y mucha observación. Fijarse bien en los detalles y en cada movimiento para poder entender y conectar con la persona a través de la mirada.
Por ello, creo que es conveniente que todo el mundo indague en este campo y aprenda a interpretar estas cosas que, además, siempre dirán con mas sinceridad cómo se siente la persona, más que unas simples palabras.
“Dice más una mirada que mil palabras”
Sin iniciativa es imposible que tomemos el control de los encuentros, sesiones o entrevistas que mantengamos. En nuestra mente ha de estar la idea de que nosotros somos los que debemos guiar el asunto. En nuestras manos están numerosas personas perdidas, que no saben qué camino seguir o qué alternativa escoger.
Si nosotros no somos capaces de proponer vías de escape, difícilmente la persona se verá apoyada, comprendida y mucho menos ayudada.
Compromiso con nosotros mismos como primer punto. Y, una vez que estemos seguros del compromiso con nosotros mismos, llevarlo a cabo con los demás.
Mediar entre un problema que acarrea graves consecuencias en algún individuo y la persona afectada. Fomentar autonomía en los sujetos y favorecer estrategias que ayuden a resolver los problemas. Pero siempre sin olvidar que son las personas las que tienen que resolver sus problemas.
Intentando hacer una selección donde marcase las competencias más importantes desde mi punto de vista, éstas son, pero quiero añadir que existen numerosas más que no son menos importantes.
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